Quizá alguna vez, tras una idea o comentario que hayas expresado, te han preguntado:
“¿Con quién has estado hablando?”
La persona que te lo pregunta te mira sin entender cómo esa idea o comentario pudiera estar saliendo de ti. Esa persona estaba acostumbrada a que tú dijeras otro tipo de cosas que reforzaban sus ideas o apoyaban sus comentarios y de, repente, tú sales con una línea fuera del guion. Esta sorpresa es la que causa su pregunta porque internamente no cree que tú hayas podido desarrollar esa nueva idea sin ayuda externa. No te cree con capacidad suficiente. Esa persona cree saber todo lo que piensas, todo lo que sientes y todo lo que vas a decir, por lo tanto cuando algo escapa de su definición, necesita encontrar una explicación que, desde luego, está siempre en ti. No piensa que reside en su falsa ilusión de conocimiento perfecto.
¿En qué consiste la falsa ilusión?
Esa falsa ilusión es la que también se asienta en frases del tipo “A ti lo que te pasa es….” o “Tu problema es…”.
Si ya resulta complicado para uno mismo saber lo que le pasa a uno, o cuál es el verdadero problema, ¿Cómo pretende alguien que no somos nosotros mismos saber más que nosotros? Estas personas que creen saberlo todo, lo hacen basándose en la definición que han hecho de nosotros. Dependiendo de la caja en la que nos hayan metido y la etiqueta que nos hayan puesto, han establecido una hoja de ruta de la que no nos van a dejar salir.
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