Muchos conocéis el término del “despido interior” que popularizó el autor tunecino Lotfi El-Ghandouri en 2007 en su libro “El Despido interior”, aunque fuera el psicólogo alemán Herbert Freudenberger, quien acuñase el término en 1974. Recomiendo la lectura del libro, pero para los que no lo conocéis os resumo que describe cinco fases por las que puede pasar cualquier persona que se incorpora a un trabajo o proyecto por primera vez y os hago varias preguntas al final que merecen acción por nuestra parte si queremos mejorar nuestro entorno y vida laboral.
Básicamente, y sin quitaros las ganas de leer el libro, las fases se representan como 5 peldaños de una escalera que va descendiendo hasta poder llegar al infierno.
Peldaño 1: Estado de ENTREGA
Acabas de empezar en la empresa y tu estado es lo más parecido al del enamoramiento. Todo te parece bien. Tienes iniciativa. Te arriesgas con preguntas, ideas y opiniones. Te presentas voluntario a lo que haga falta y piensas que tus compañeros /as y jefes /as no pueden ser más listos ni más guapos. Vaya suerte has tenido.
Pero… llega el primer desajuste de expectativas… y luego el siguiente y después otro … y decides:
1) “Voy a dejar que pase un tiempo” que, igual esto, se arregla solo.
Error. El tiempo por sí mismo, no suele arreglar nada. Más bien es lo que hagas durante ese tiempo. Esto no lo dice El-Ghandouri, lo digo yo.
2) “Voy a hablar con el responsable para que intervenga”
No sirve de nada porque, aunque te escucha con atención e incluso está de acuerdo en tu reclamación, no puede hacer nada.
3) “Voy a hablar con el responsable para que intervenga”
Tampoco sirve de nada porque está muy ocupado/a y tu desajuste no es una de sus prioridades. Es más, no le importa.
Resultado: Bajada al escalón inferior.
Peldaño 2: Estado de COMPROMISO
Aquí ya eres consciente de que no todo es tan perfecto y maravilloso como te parecía, pero sigues pensando que estás en el mejor sitio en el que puedes estar y no lo cambias. Los demás no notan que por dentro has perdido algo de ilusión (o ganado algo de realidad). Tu comportamiento y actitud observables siguen siendo sobresalientes, pero pasa exactamente lo mismo que en la etapa anterior y tras los sucesivos desajustes de expectativas, tomas alguna de las tres decisiones anteriores.
Resultado: Bajada al escalón inferior.
Peldaño 3: Estado de PARTICIPACIÓN
Aquí ya te sale “fuego por los ojos y rayos por el…” parafraseando a Willliam Wallace. Y todo el mundo se da cuenta porque no te molestas en disimularlo. Es más, quieres que se enteren para ver si alguien reacciona y reajusta la situación. Eres provocador en las reuniones, ya no te presentas voluntario, sino que negocias las cosas (“si me quedo unas horas extras, quiero entonces un día libre…”, “si me encargo yo de esto, entonces quítame aquello otro…”) … Y ocurre una de estas tres cosas diferentes a las etapas anteriores:
1) Te hartas y empiezas a mandar CV como loco.
2) La empresa se harta de ti y te echa o no te renueva, lo que le resulte más barato.
3) Ni encuentras otro trabajo, ni te pueden echar: Te quedas.
Y como nadie puede estar toooooda la vida tan enfadado, es probable que bajes al escalón inferior. Otras veces te instalas en la rutina mientras aguantas el chaparrón hasta que escampe.
Peldaño 4: Estado de RETIRADA
Ha habido un desgaste prolongado y te has convertido en un rebelde pasivo. Ya no te enfrentas en las reuniones ni provocas diciendo que no lo vas a hacer. Simplemente, no lo haces. Ya no criticas a la organización en un espacio público y formal, sino en la reunión informal cerca del botellón del agua o de la cafetera. Es la manzana podrida que va pudriendo a las de alrededor.
Peldaño 5: Estado de RESIGNACIÓN
Tu cuerpo está presente, pero ni tu mente ni tu corazón le acompañan. Apenas hay signos de vida y cuando alguna vez intervienes, dices cosas como “Esto es lo que hay…”, “Mi jefe es que es así…”
En los casos más graves puede terminar en baja laboral por depresión.
Creo que la mayor parte de nuestra vida laboral nos la pasamos transitando entre la fase de Compromiso y de Participación, pero cuando las cosas empeoran, y la empresa empieza a tener una rotación alta, baja productividad o mucha conflictología, las preguntas que nos podríamos hacer son:
¿Cómo hemos llegado aquí? ¿Contratarías a alguien que en la entrevista de selección viniera en “fase de participación”, enfadado o instalado en la rutina y con pocas ganas? No, ¿verdad? Entonces ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es que has sido el último en enterarte de que tu colaborador se marcha en 15 días o 1 mes? ¿Es que no hablabais nunca? ¿Qué tipo de liderazgo hay en tu empresa? ¿Crees que hay una corresponsabilidad entre la empresa y el empleado? Y ¿Crees que una o varias conversaciones a tiempo podrían haber reajustado algunas expectativas y recuperado la ilusión o el compromiso?
Mostrar comentarios